domingo, 22 de febrero de 2009

Mantequilla o cañones

Con la disyuntiva que da título a esta columna han despertado al conocimiento económico muchas generaciones de estudiantes. La plantea P. A. Samuelson en su “afortunado” manual para explicar los grandes problemas económicos a los que se enfrenta toda sociedad. La idea es que ante la escasez de recursos, las sociedades tienen que elegir qué bienes producir y, por tanto, qué bienes sacrificar.
No podía imaginar el inefable profesor que su ejemplo iba a tomar cuerpo en la realidad y que sus conciudadanos se iban a enfrentar a tan apodíctico reto. Con el argumento de reducir el enorme déficit, el presidente Bush ha presentado un presupuesto en el que se incrementa el gasto militar a costa de un gran recorte social. Desaparecen más de un centenar de programas públicos relativos a salud, educación y medio ambiente, y se anuncia la privatización parcial del sistema de pensiones. No se mencionan, en cambio, los gastos de la guerra de Irak y Afganistán, ni las próximas reducciones de impuestos, ni el impacto de la privatización de las pensiones.

Hace casi un lustro, el economista P. Krugman tildaba de “fábula” la política de Bush en materia de pensiones y a su autor de irresponsable, y pronosticaba la quiebra precoz del sistema, si se llevaba a cabo el proyecto. Los hechos parecen validar la hipótesis, porque el modelo que sirve de inspiración a Bush, el chileno, ha fracasado a los 25 años del experimento, como advierte The New York Times en un reciente y dramático titular: “La angustia de los pensionistas chilenos”. En materia de elección social las cuentas no cuadran. En la presupuestaria, tampoco. No se puede reducir el déficit y los impuestos a la vez, y no estar loco, como reza el bolero. El presidente D. Eisenhower no hubiera rubricado esta opción por los cañones, de ser cierta la expresión que Samuelson le atribuye para ilustrar el inicio de su explicación: “Cada pistola que se fabrica, cada buque de guerra que se bota, cada cohete que se dispara significa, en último término, un hurto a los que pasan hambre y no son alimentados”.

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